El estudio bíblico inductivo tiene tres pasos:
1. Observación de los hechos: Se tiene en cuenta lo que dice el
texto. El estudio debe limitarse al capítulo o pasaje en discusión.
No se deben estudiar muchos pasajes a la vez. Si se salta de un
pasaje a otro las personas nuevas se confundirán.
2. Interpretación de los hechos: Se trata de descubrir lo que
el autor quiso que sus lectores originales entendieran. Permita
que el capítulo se explique por sí sólo. Evite las referencias
a otras autoridades: "Mi pastor dice" o "En la revista tal y cual
dice..." etc.
3. Aplicación de la conclusión. Se acepta personalmente la verdad
descubierta y se responde con la acción de inmediato.
1. Diferentes versiones de la Biblia contribuyen mucho a facilitar
la comprensión de cualquier pasaje.
2. Un buen diccionario. La definición precisa de alguna palabra
puede clarificar algún concepto dudoso.
3. Un diccionario bíblico. No es obligatorio que lo tenga el grupo.
El líder puede solicitarlo a su pastor o biblioteca de su iglesia
y consultarlo cuando haga falta fuera de la reunión.
4. Concordancia de la Biblia. Como no se emplearán referencias
cruzadas, se recomienda la concordancia para las ocasiones especiales
y donde otros pasajes bíblicos puedan ayudar a entender mejor
el texto en estudio.
1. Envuelve totalmente la mente de los participantes, manteniendo
su interés.
2. Facilita una comunicación más precisa, permitiendo la clarificación
inmediata de conceptos erróneos. Capacita al líder para notar
a cada paso las reacciones y los obstáculos para la fe.
3. Se convierte en una investigación personal, que permite a las
personas el gozo de descubrir la verdad por sí mismas en lugar
de escucharla de otros. Esta verdad se torna más significativa,
es retenida más tiempo y estimula el estudio personal.
4. Hace justicia al texto, puesto que permite que la Palabra de
Dios hable por sí misma. Cualquier conflicto de opinión puede
ser resuelto más fácilmente refiriéndose al texto, aun cuando
algunos participantes no acepten la autoridad de la Biblia.
5. No depende de profesionales o dirigentes con preparación teológica.
El guía o líder no pretende ser una autoridad. El también es un
aprendiz. Esto no lo excusa si no se prepara bien, pero el hecho
es que el guía no tiene que tener miedo de decir que no sabe.
Pueden surgir maneras de encontrar una respuesta antes de la próxima
reunión.
6. Permite que el Espíritu Santo enseñe al grupo a través de sus
propios miembros.
7. Finalmente, en la evangelización es un método objetivo y atrayente
de estudiar las Escrituras con nuestros amigos no-cristianos.
D. Cómo crear un buen
clima en la reunión
|
1. Procure formar una atmósfera franca y sin tensiones. Las emociones
afectan el proceso de aprendizaje. Algunos pueden sentir desafiados
sus conceptos o amenazada su seguridad. La timidez, los sentimientos
de incapacidad, la actitud defensiva son barreras internas que
traban la comunicación. Pero la aceptación nos libera para considerar
nuevas ideas y enfrentar nuevas decisiones.
2. Dé el ejemplo relajándose usted mismo. Sea natural. Conserve
el sentido del humor. Esté dispuesto a reírse de usted mismo.
Pero cuide que su humor y entusiasmo no eclipsen a otros. Si el
estudio le revela a usted personalmente alguna falta en su propia
vida, sea franco en reconocerlo. Si usted es sincero en compartir
con otros sus propias experiencias, ellos también lo harán.
3. Haga un círculo informal de modo que todos puedan mirarse unos
a otros cómodamente. Todos debieran aprender los nombres completos
de los demás. Vale la pena dedicar algunos minutos al comienzo
para hablar de cosas de interés general.
4. Cuídese de no hablar demasiado. Trate de referir a otros las
preguntas que se le dirigen a usted para que la discusión se vaya
desarrollando entre todos.
5. Acepte a cada persona con todas sus idiosincrasias, molestias
y sorpresas. No lo clasifique como un "tipo tal o cual"; trate
de entender su trasfondo, especialmente sus relaciones familiares.
Descubra lo que más le interesa y lo que más lo fastidia.
6. No critique las creencias de nadie. Por otra parte, no suavice
ni trate de pasar por alto ninguna parte del pasaje que contradiga
las creencias de alguien.
E. Cómo escuchar,
hacer preguntas y dar explicaciones |
1. Escuche lo que dicen los participantes, no sólo audiblemente.
Es importante no sólo lo que dicen las personas, sino también
por qué lo dicen.
2. Use sabiamente las preguntas. Haga preguntas que estimulen
el intercambio y no sólo que requieran respuestas de una palabra
o meramente una aprobación. No los apremie para que respondan.
Déjelos pensar. Al mismo tiempo, estimúlelos para que pregunten
también, y trate que el grupo responda. Tenga en cuenta que la
reunión no debe ser meramente una sesión de preguntas y respuestas
entre el líder por un lado y los miembros del grupo por otro.
3. Dé libertad de expresión, de modo que cada cual pueda decir
lo que piense. Pero no se aparte del tema. Ante una pregunta superficial
pida la opinión de otros. No tema las discrepancias y no pierda
el tiempo en ellas si no son importantes.
4. Sepa cómo explicar ciertos puntos. Por ejemplo: datos sobre
la fecha del texto, circunstancias o el trasfondo histórico, palabras
poco conocidas, etc. para lo cual debe informarse con un diccionario
bíblico y otras herramientas.
5. Evite la "jerga evangélica" cuando hay inconversos o nuevos
creyentes y explique sencillamente los términos teológicos. ¿Cómo
entiende el no-cristiano términos como: la dádiva de Dios, la
carne, el mundo?
F. Cómo tratar las
posibles tensiones |
1. No tenga miedo de los silencios, especialmente después de preguntas
que requieren pensar cuidadosamente. Pero si no hay respuesta
alguna y las personas no están investigando el texto ni pensando,
probablemente haga falta volver a formular la pregunta.
2. Nunca diga que una respuesta o un punto de vista son erróneos.
Pregunte con tacto: "¿En qué parte de la Biblia está eso?" "Es
interesante ¿cómo llegó a esa conclusión?". O haga que el grupo
intervenga, diciendo: "¿Qué piensan los demás sobre este punto?"
3. Si surge una divergencia seria, remítase al texto. Haga un
resumen válido de los puntos positivos y continúe adelante. Si
no hay una respuesta clara, consulte otro pasaje o decida continuar
con el tema la próxima reunión.
4. Estimule a los miembros tímidos, dirigiéndoles ocasionalmente
una mirada. Cuando le parezca que están listos para participar
verbalmente use una pregunta sencilla pero importante. No señale
a ninguno en particular llamándole por su nombre para formularle
una pregunta.
5. No permita que los miembros más locuaces monopolicen la discusión:
dirija preguntas a otros. Si es necesario hábleles en privado
acerca de la necesidad que en el grupo todos participen. Propóngales
que lo ayuden a estimular la participación de los demás.
6. Muéstreles a los miembros más informados que frecuentemente
se desvían con referencias y otros temas, el valor de no apartarse
del texto.
7. Sugiérales a los miembros que quieren temas controvertidos
que éstos pueden discutirse en otro momento.
(PD: Estas recomendaciones fueron seleccionadas
y adaptadas de los libros "El Estudio Bíblico Creativo" por Ada
Lum y Ruth Siemens y de "Cómo iniciar un grupo vecinal de estudio
bíblico" por Marilyn Kinz y Catherine Schell.) |